TEGUCIGALPA,
Honduras
El teatro puede ser para todos los
públicos, para todos los gustos y puede llevar consigo cualquier propósito,
desde favorecer que las cosas queden siempre como están, o que las personas
puedan reflexionar sobre sí mismas o la sociedad.
El Grupo Teatral Bambú (GTB) propone al público obras teatrales llenas de realidad, de
historia, obras que denuncian, que gritan, que claman por justicia y por la
paz, aspirando a ver en las infinitas arrugas de un rostro envejecido la
verdadera belleza del alma, por lo que el arte y, por ende, el teatro son
canales de expresión de los seres humanos; por eso muchos artistas, por lo
general, son personas sensibles al dolor humano.
Desde hace 22 años nació en Honduras el
Grupo Teatral Bambú, integrado por personas amantes del teatro; en aquel entonces
eran alumnos de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD) y que en algún
momento decidieron unir su talento para demostrar que en el país sí hay arte.
Ese ha sido el motivo de brindar a lo
largo de estos años diversión, educación e información a un público heterogéneo
que ha seguido su trayectoria y ha creído en sus ideales, lo que ha hecho
posible el desarrollo de su arte teatral.
Otro de sus ideales es crecer y
mantener la armonía, por lo que existe en ellos una honesta y profunda lealtad
colectiva.
¿Por
qué el nombre? Sus integrantes desde
un inicio se han sentido identificados con la planta del bambú, ya que es muy
especial por su incomparable fuerza, tanto es así que sabe cómo doblarse sin
romperse y sobrevive en las circunstancias que se encuentre. Así es la planta
del bambú, y así es el Grupo Teatral Bambú.
Edgar Valeriano, quien es uno de los
directores y fundadores de este grupo, nos remite a la historia y recuerda que
la primera obra con la que Bambú sale a escena es “La tortilla sin voltear”,
una historia que trata acerca del machismo como un problema que afecta a la
sociedad, siendo este un tema que hasta nuestros días no ha perdido actualidad,
por lo que sigue formando parte de su repertorio.
Bambú es un grupo independiente (como
la mayoría), fue fundado en Tegucigalpa, Honduras, en marzo de 1990. Ha puesto
en escena obras de autores nacionales, extranjeros y de creación colectiva, y
se han caracterizado por ser un grupo itinerante; algunos de sus montajes se
representan con las mínimas condiciones técnicas y de espacio, llevando así el
arte a diferentes ciudades, poblados y comunidades de difícil acceso dentro del
país, adaptándose a todo tipo de condición y ambiente.
Espectáculo
mundial. Valeriano manifestó
que sus espectáculos han sido representados en los 18 departamentos de
Honduras, además de El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Nicaragua, Panamá,
México, Estados Unidos, Colombia, Chile, Argentina, Ecuador y España, teniendo
como escenario teatros, plazas públicas, calles, escuelas, colegios y
universidades, entre otros, logrando insertarse en el medio teatral y cultural
de cada país visitado.
Sus
integrantes. La familia bambusina
la conforman: Danilo Lagos, Luisa Cruz, Felipe Acosta, Karla Núñez, Alfonso
Valeriano, Rafael Amador Valeriano, Mariano Rodríguez y Marcos Licona.
La nueva generación está compuesta por
Gabriela Valeriano Núñez, Karen Medina, Leticia Tróchez, Blanca Rodríguez,
Edgar Gabriel Valeriano Núñez, Reyna Amador y Onán Gutiérrez.
Cabe destacar que la historia del teatro
recordará a los artistas Omar Sevilla, Napoleón Pineda, Juan Domingo Torres y
Jackson Cálix, personas que en su momento fueron parte de esta familia, sin
embargo, ya dejaron de existir.
El
festival Bambú. Debemos reconocer que
todo esfuerzo y arduo trabajo merece ser celebrado, es por esto que Bambú,
desde su primer año de fundación, organiza el Festival Internacional de las
Artes Escénicas Bambú, convirtiéndose en uno de los eventos culturales más
importantes del país.
En este festival han participado grupos
de Norte, Centro y Suramérica, el Caribe, Europa y Asia, por lo que es un
evento cultural que ha reunido a más de trescientos participantes entre grupos
de teatro, títeres, música y danza, artistas de la plástica, cuentacuentos,
cineastas, magos y literatos.
El GTB es el único grupo del país que
por más de 20 años consecutivos ha organizado un evento de tal magnitud.
A pesar de todas las dificultades y
limitantes económicas que el teatro afronta en Honduras, el GTB ha demostrado
que todo es posible.
Reconocimientos. Toda buena obra requiere de un buen reconocimiento, por lo que el GTB ha
sido acreedor a premios nacionales, pudiendo mencionar la Hoja de Laurel en
Oro, que otorga la Secretaría de Cultura, Artes y Deportes; Premio María a las
Artes, de la Universidad Católica de Honduras; homenaje y dedicatoria del
Festival Nacional de Teatro Estudiantil, del instituto oficial Hibueras, entre
otros.
“Todo lo que nosotros somos y tenemos
ha sido producto del trabajo y disciplina, acompañado de mucha investigación y
un arduo compromiso social”, dijo el artista.
Los integrantes de este grupo han
compartido escenarios con otros referentes del teatro en Honduras, tales como
el teatro La Fragua y el Teatro Taller Tegucigalpa, que ya tiene más de 30 años
de existencia.
¿Cómo
sobrevive el grupo? La parte económica es uno de los
desafíos más difíciles a los que se enfrenta el grupo, “muchas veces nos
preguntamos qué podemos dar nosotros a nuestros integrantes para que sigan con
la agrupación”, lamentó Edgar, sin embargo, manifestó que “nuestro mejor escudo
y nuestra mejor bandera es el trabajo, no dependemos de nadie, sino que vivimos
de nuestras funciones realizadas durante los 22 años que tenemos de existir”.
Asimismo, recordó que solo han sido
subvencionados por cuatro años, los primeros tres fue por medio de la
realización de un proyecto llamado “Bambú en acción”, realizado a través de una
ONG holandesa; un año después recibieron el apoyo por parte del Centro Cultural
de España en Tegucigalpa.
Por su parte, la SCAD brilla por su
ausencia, “para mí la secretaría de Cultura es una figura decorativa del
Estado, no aporta nada en general a los gremios artísticos, por lo que se puede
ver el desinterés total comenzando por el ministro de Cultura, quien llegó a
ese puesto por un favor político y da lástima saber que desconoce todas las
alianzas que pueden hacer con todos los artistas hondureños en el extranjero,
ya sea con los músicos, con los pintores, cantantes; de verdad que es una
lástima saber que las actividades artísticas y culturales del país son
independientes, cuando no debería ser así porque se supone que hay una
institución que vela por los intereses de este gremio”, criticó el artista.
A su vez, manifestó que el arte es un
reflejo de la sociedad, hace la función de un espejo en donde podemos reconocer
nuestros errores, vicios, debilidades y virtudes; nos puede ayudar a tomar las
mejores decisiones personales y colectivas; nos ayuda a crear conciencia sobre
cualquier tema, como el machismo, el deterioro del medio ambiente, las
relaciones humanas, la educación. Es notorio en comunidades en donde el arte se
establece como una actividad prioritaria del gobierno local que la ciudadanía
es más feliz y el grado de desarrollo cultural es más sólido.
Pese a la falta de apoyo gubernamental,
una de las características de este grupo es el entusiasmo y el deseo de hacer
el trabajo con el mayor agrado, aun teniendo la certeza que como artistas están
desprotegidos, ya que ninguno cuenta con un salario fijo, tampoco disfrutan de
un seguro social y demás beneficios de los cuales goza cualquier trabajador.
Para el GTB las vacaciones no existen,
ya que para ellos hacer teatro los 365 días de año con la misma energía y con
la misma intensidad es lo más importante.
Diario El Heraldo - sección:Siempre - 2 de
Septiembre del 2012”
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Carmen
Godoy
siempre@elheraldo.hn
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